Hace dos semanas terminamos -por fin- un larguísimo proceso electoral para elegir (valga la redundancia) al presidente por los próximos 5 años. El ganador claramente no es de mi mayor simpatía, y más aún, ni siquiera lo considero como una persona con particular capacidad para cumplir con la diversidad de tareas que descansan sobre el jefe del gobierno. Pero existe una tarea -imprescindible si este país pretende mantenerse en la prosperidad a largo plazo- para la que no sólo lo considero capaz, sino que lo considero el único que podría llevarla acabo hoy y posiblemente el único que podrá hacerlo en el mediano plazo.
Durante muchos años los gremios y sindicatos en las más diversas esferas del estado han acumulado una fuerza que últimamente ha llegado incluso a superar al de las autoridades (electas o designadas por el gobierno de turno) competentes. Los ejemplos son infinitos: Sutel, UTHC, COFE, los gremios de docentes, los gremios de estudiantes, etc. No siempre, pero todos éstos en algún momento u otro se han opuesto a cambios necesarios para la modernización del país, muchas veces por cuidar sus "chacras" pero también escudándose en argumentos retrógrados que reflejan una visión del mundo que data de la década del '60.
Este fenómeno se vio con mayor intensidad cuando los gobiernos eran considerados de signo 'opuesto' al comúnmente asociado con el conjunto de los gremios y sindicatos en este país, inclusive con cierto grado de complicidad por parte del Frente Amplio. Pero durante los últimos 5 años hemos visto que, a pesar de la disminución en la conflictividad sindical pública, 'el monstruo' ha tomado vida propia y ya ni el Frente Amplio tiene control sobre el mismo, resultando en varios enfrentamientos entre el gobierno y las fuerzas sindicales. Un claro ejemplo de esto es la truncada "madre de todas las reformas": La Reforma del Estado.
Y es aquí donde Mujica puede hacer la diferencia, donde puede empezar a construir el legado por el que la historia lo va a recordar. A diferencia de Tabaré Vázquez, nuestro futuro Presidente contó en toda su campaña con un apoyo fundamental de los mismos gremios y en particular del Partido Comunista, que es posiblemente la fuerza política con más gravitación a nivel sindical. Adicionalmente Mujica es visto por un amplio sector de la población -al que generalmente se asocia con el conjunto de las fuerzas sindicales- como 'uno de ellos'. Esto permite que lidere un proceso de cambio con madurez, dejando fuera de las posibilidades que se esgriman los típicos argumentos sobre ir en contra del 'pueblo' o que se lo acuse de defender otros intereses que los que corresponden al Presidente de la República.
La tarea del futuro Presidente consiste entonces en librar -y ganar- las batallas contra los corporativismos de los diversos entes públicos que durante años han puesto el freno en cualquier transformación que pudiera implicar algún riesgo sobre sus "chacras". Una gran parte de esto es la tan prometida Reforma del Estado de la que mucho se habla pero por la que poco se hace, pero no se limita a la misma. También existen otros componentes como una seria Reforma Educativa (y en particular de la Universidad de la República), y más importantemente, una concientización a nivel gremial para lograr establecer que ciertos reclamos y posicionamientos no son aceptables y no serán aceptados por un país que busca progresar y mira al futuro.
Pero esta batalla no puede darla Mujica solo. En estas dos semanas hemos vistos algunas señales del Presidente electo en esta dirección y las esperables reacciones sindicales poniendo piedras en el camino, y rechazando en gran medida las iniciativas. Es imprescindible entonces que el conjunto de los actores políticos y de la población lo respalden en la tarea, pues los corporativismos que se construyeron a lo largo de décadas difícilmente caigan por la sola voluntad de un Presidente.
Se que es muy difícil que se logre el consenso necesario para que todos juntos hagamos presión en contra de los intereses corporativos que nos toman a todos de rehenes, pero Uruguay tiene darse cuenta que el momento es ahora. Si no lo logra Pepe, no lo va a lograr nadie.